¿Qué lleva a muchas personas a convertir el pasado en su presente?
Resistirse a aceptar la realidad que se les presenta o considerar que una decisión tomada en el pasado es la causante del infortunio presente es uno de los motivos que hace a muchas personas vivir erróneamente.
Una fábula:
Dos monjes estaban en una peregrinación. Un día, llegaron a un río profundo. A la orilla del río, una mujer joven se sentó llorando porque tenía miedo de cruzar el río sin ayuda. Ella rogó a los dos monjes que la ayudaran. El monje más joven le dio la espalda. Los miembros de su orden tenían prohibido tocar a una mujer.
Pero el monje más viejo cogió a la mujer sin decir una palabra y la llevó a través del río. Él la dejó en el otro lado y siguió su camino. El monje más joven fue tras él, a regañarlo y reprenderlo por romper sus votos. Continuó haciéndolo por todo el día.
Por último, al final del día el monje mayor se volvió al más joven. ?Yo sólo la cargué para cruzar el río. Tú has estado cargando con esto durante todo el día.?
Dejar ir puede ser difícil. Dejar ir a la gente, ideas, expectativas, deseos, ir dejando malos hábitos, creencias falsas y relaciones no saludables ? y la lista sigue. Cada día, cada momento es una oportunidad para crearnos de nuevo a nosotros mismos, hacer caso omiso del equipaje del pasado, abrirnos a la posibilidad del momento y tomar medidas para crear un futuro increíble.Aunque podemos entender esto intelectualmente, saberlo y vivirlo son dos cosas muy diferentes.
En la misma medida en que avanzamos en la línea de la vida vamos teniendo nuevas experiencias pero a la misma vez nos vemos obligados a dejar atrás otras vivencias. Me gusta imaginar la vida como un tren en movimiento. A veces compartimos el viaje con las personas que han tomado nuestro mismo tren pero en alguna que otra estación estas personas descienden, a veces vuelven a montarse en nuestro tren y volvemos a compartir experiencias, a veces debemos seguir sin ellas.
Pues bien, no aceptar el pasado es como detenerse en una estación y no partir porque estamos a la espera de un pasajero que probablemente nunca llegará.
Añoranza: La trampa del pasado
La imposibilidad de aceptar el pasado y seguir adelante puede estar determinada por muchísimos factores pero uno de los principales es la añoranza. Normalmente las personas que están atascadas en el pasado añoran sus antiguas costumbres; sobre todo cuando el presente no es tan gratificante como la experiencia anterior.
Por ejemplo, muchas personas reviven continuamente una antigua relación de pareja que les reportó mucha satisfacción desde el punto de vista emocional. De esta forma, aunque tengan una relación actual, continúan mirando al pasado y realizando comparaciones. Sin embargo, mientras que la persona se mantenga encadenada al recuerdo no podrá vivir plenamente el presente que, seguramente, propiciará vivencias diferentes pero igualmente gratificantes.
Las personas que suelen añorar el pasado quieren revivir una y otra vez las antiguas sensaciones positivas pues piensan que solo estas podrán brindarle una satisfacción verdadera. Sin embargo, no se percatan que existen muchas sensaciones diversas que también traen aparejadas grandes dosis de felicidad. En otras palabras, serían como un niño que ha probado un helado que le gusta mucho y después desean elegir siempre este sabor, sin atreverse ni darse la oportunidad de probar otros gustos.
Obviamente, al final la añoranza por el pasado termina provocando más mal que bien; sobre todo cuando la persona se da cuenta que es imposible regresar en el tiempo las agujas del reloj.