En muchas ocasiones las relaciónes de pareja se ven afectadas por el posicionamiento de la familia política (suegras, suegros, cuñados, etc.) no es siempre fácil. Se suelen mezclar sentimientos encontrados y los celos, la envidia y el rencor están, a menudo, en la base de las discusiones. Las familias políticas llegan a interceder enormemente en las relaciones de la pareja. En terapia acostumbramos a escuchar comentarios de este tipo:
“Nuestra hija de 21 años empezó a salir con un chico de 25 hace menos de un año. Ella está actualmente estudiando y él dejó sus estudios después de la ESO; actualmente no hace nada, lo que no parece preocuparle mucho, al contrario sólo vive de lo que sus padres le dan y de lo que nuestra hija le paga los fines de semana.”
Para los/as chicos/as son relaciones a todo o nada. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata de idilios transitorios. Ahora bien, ante el rechazo de la familia se sienten incomprendidos; y en una etapa de cambios y rebeldía, las prohibiciones les llevan a aferrarse a la relación hasta el punto de incurrir en conductas no aceptables. Los peros de los padres resultan contraproducentes: cuantos más noes, más se empecinan.
También es cierto que a algunos hombres o mujeres les cuesta separarse emocionalmente de la madre o del padre, especialmente en aquellos casos en los que la madre/padre ha actuado de gallina con sus polluelos y ha transmitido una educación sobreprotectora. Estos hombres o mujeres que no se han independizado emocionalmente, pueden llegar a pretender que su pareja se comporte con ellos también de forma sobreprotectora y, además, esperan que su pareja quiera a su madre/padre de la misma forma que ellos, y eso no siempre es posible.
La ausencia de límites en las relaciones con la familia política
Claro que no es fácil, pero se trata de poner límites desde el afecto y no desde el enfado y el autoritarismo. De estar a su lado, de informarles, de reflexionar con ellos, y no de ejercer de guardianes en este momento en que ellos buscan su identidad y libertad. También de recordar que por muy buena relación que se tenga con ellos, no somos sus amigos. “Somos sus padres, como a tales nos ven y como tales nos hemos de comportar”. En todo caso cuando la familia política es fuente de discusiones en una relación de pareja, suele ser debido a que no se ha llegado a un acuerdo satisfactorio sobre los límites en que deben desarrollarse las relaciones con ésta. Estos límites, o problemas, están relacionados con:
- El tiempo que pasa la pareja con la familia política. Normalmente, las quejas derivan de que estos tiempos les parecen insuficientes.
- Un momento crítico es el nacimiento del primer hijo de la pareja. Si anteriormente al nacimiento del hijo no se han negociado adecuadamente los límites del espacio propio de la pareja, se harán más evidentes los problemas de intromisión de la familia política, pudiendo desencadenar en una crisis de pareja.
- Durante el tiempo de convivencia, el problema más frecuente se produce en las parejas con hijos cuando algún miembro de la familia política desautoriza a uno de los miembros de la pareja en las pautas educativas relativas a su hijo. Es entonces cuando saltan chispas que pueden convertirse en fuego.
- Otros temas conflictivos: los gastos, el aspecto físico, las comidas, etc.
Consecuencias de la reiterada intromisión de la familia política
En ocasiones se llega al extremo de tener que elegir y de alguna forma se plantea la disyuntiva de ¿a quién quieres más, a tu pareja o a nosotros? O bien: ¿a quién quieres más, a tus padres o a mí? Preguntas capciosas, pues no se trata de elegir entre dos relaciones y afectos complementarios y que no tendrían porque ser incompatibles. Ahora bien, de todos son conocidos casos de rechazo frontal o encubierto (a través de conductas políticamente correctas) que han llevado a distanciamientos familiares.
¿Y cómo afecta a la pareja? ¿Puede malograrse una relación a causa de un ambiente enrarecido en una de las familias extensas? Dependerá de las circunstancias, las actitudes y la solidez del vínculo. Puede llevar a una ruptura, pero también puede afianzar la conexión. Cuando se produce el distanciamiento, se ven afectados no solamente los miembros de la pareja sino también sus hijos, a quienes se niega el derecho que tienen a la red de apoyo que suponen las familias extensas.
Las intromisiones desgastan enormemente a la pareja: una de las partes no se siente apoyada por la otra, a pesar de haberle expresado, en numerosas ocasiones que se siente solo o sola. Ante la falta de reacción de la pareja, las discusiones sobre este tema son continuas, desembocando en una crisis grave. En los casos más extremos, los hijos de la pareja pueden ser manipulados en contra de los abuelos (por parte de la madre) o de la madre (por parte de la suegra, generalmente) y son utilizados como arma arrojadiza.
Terapia de pareja para superar las crisis por intromisión de la familia política
Para evitar esto, es necesario que la pareja establezca un espacio propio cuyos límites deben respetar los demás. En el caso de las relaciones entre suegra y nuera, el papel del hijo-marido es determinante. A él corresponde, en primer lugar, poner los límites y mediar entre ambas para que las relaciones de éstas sean óptimas.
Hacer vida independiente requiere madurez y autonomía, saber priorizar a la familia propia sobre la de origen y abandonar actitudes cómodas y egoístas.
Para ello, es necesario lograr establecer un diálogo sereno y positivo por todas las partes implicadas en cada caso: suegros, cuñados, nueras y yernos.
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