Por somatización entendemos cualquier síntoma corporal que surge o se incrementa en respuesta a factores psicológicos o situacionales. Según diversos estudios parece ser que las mujeres presentan una mayor tendencia a somatizar que los hombres, no obstante, esta tendencia varía mucho de una cultura a otra. Además las somatizaciones son frecuentes en pacientes que sufren de depresión y ansiedad y se ha encontrado una gran comorbilidad entre la somatización y el estrés.
En el pasado, el trastorno de somatización recibía el nombre de «histeria o síndrome de Briquet.» Según Freud el síntoma histérico tenía que ver con vivencias que al paciente le resultan desagradables comentar y que en realidad no recuerda. El paciente no sabe cual es la causa del síntoma o de su enfermedad.
El trastorno de somatización muchas veces es infradiagnosticado o por otro lado mal diagnosticado, ocasionando esto un alto costo para los servicios de salud.
A pesar de recibir mucha atención médica los pacientes refieren gran sufrimiento, provocando frustración en el médico o por otro lado enojo.
Son muchos los síntomas y síndromes que pueden presentar las personas que somatizan, algunos de tal gravedad que pueden desencadenar otros problemas de salud física más amplios. Entre ellos se encuentran los que se exponen a continuación:
a) Gastrointestinales: vómitos, dolor abdominal náuseas flatulencia hinchazón, diarrea, intolerancias alimentarias.
b)Pseudoneurológicos: amnesia, dificultad al tragar, pérdida de voz, sordera, visión borrosa, desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.
c)Síntomas dolorosos: dolor difuso, dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor articular, dolor al orinar, cefaleas.
d) Aparato reproductor: dispareunia, dismenorrea, irregularidad ciclos menstruales, hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos sexuales.
e) Cardiopulmonares: dificultad respiratoria en reposo, palpitaciones, dolor torácico, mareo.
f)Síndromes: alergias alimentarias extrañas, síndrome de fatiga crónica, síndrome de articulación temporomandibular, fibromialgia, sensibilidad medicamentosa múltiple.
¿Que ocurre cuando alguno de los dos hemisferios cerebrales no puede asumir parte de la información que le llega?
Cuando se trata del hemisferio izquierdo, simplemente no llegamos a comprender el significado o funcionamiento de algo. Sin más implicaciones que esa.
Pero ¿que ocurre con el derecho? Aquí se complican un poco las cosas, ya que cuando el hemisferio derecho no puede hacer frente a una emoción, bien porque ésta sea demasiado impactante o dura, bien porque no tengamos desarrolladas totalmente las herramientas adecuadas (niños, inmadurez etc), esa información no se va a procesar, no va a compartirse con el hemisferio izquierdo, que es el que tiene las soluciones racionales a los problemas emocionales del hemisferio derecho, y por lo tanto, se bloqueará y almacenará allí, en la caja de pandora del hemisferio derecho, en forma de trauma o malestar, hasta que alguien decida ir a buscarlo y deshacer el nudo neuronal que se ha creado.
En el hemisferio derecho no existe ni el espacio ni el tiempo, y es precisamente por eso que si algo nos ha dolido en extremo, algo nos ha impactado brutalmente, y nuestro hemisferio no ha podido gestionarlo, vamos a tener el recuerdo merodeando durante tiempo indefinido, con la misma intensidad, y generándonos gran malestar, de forma permanente.
Cuando algo malo nos impacta, y logramos gestionarlo, se almacena en la memoria, y aunque al principio lo recordamos crudamente, con el tiempo se va alejando de nosotros, va tomando distancia, puesto que se almacena en la memoria a largo plazo y poco a poco, a medida que el tiempo pasa, se desvanece, como una nube en la que una vez vimos monstruos, pero que poco a poco se deshace con el viento; no obstante si el evento fue traumático ese recuerdo perdura en nuestro cerebro de forma «activa», así cualquier otro suceso semejante vuelve a activar esa experiencia mal guardada.
Otra complicación del hemisferio derecho es que como bestia incontrolable que es, puede almacenar información que el hemisferio izquierdo desconozca, ya que si la ha bloqueado no la compartirá con nadie. Los seres humanos somos de hemisferio izquierdo dominante, esto significa que pensamos. Pero también significa que todo lo que no pase por este hemisferio puede estar escondido en el otro, es decir, información inconsciente y por lo tanto puede darnos malestar sin que conozcamos conscientemente los motivos. A veces, podemos captar realidades que pueden impactarnos emocionalmente de forma muy seria sin que seamos conscientes de su gravedad, sin que podamos darnos cuenta del gran impacto que ha creado en nosotros, puesto que el hemisferio derecho, para no lastimarnos, lo va a ocultar. En ese momento y para que nos demos cuenta, ya que la mente no quiere descubrir dicha información, el cuerpo va a somatizar de cualquier manera posible para alertarnos de que algo no está bien.
Cambiando nuestra mente
El EMDR es una técnica que a pesar de ser descubierta hace ya algún tiempo, hasta hace poco no se ha podido demostrar empíricamente su procedimiento de actuación. Gracias a los avances tecnológicos, a la alta resolución de las tomografías y resonancias nucleares, ahora si podemos seguir su mecanismo de acción para poder apreciar cómo funciona y a que niveles.
Ahora se sabe que ambos cerebros son uno, y que de la misma manera que cuando te haces una herida en la piel, el cuerpo se pone en marcha para curarla, cuando una emoción te daña, el cerebro trabaja de forma física para reparar la lesión. Hoy sabemos que la estimulación física de los sentidos pone en marcha los mecanismos de reparación y comunicación intracerebral, que facilitarán el procesamiento de la información bloqueada.
Así fobias (agorafobia, miedo a volar, claustrofobia, amaxofobia…), trastornos de ansiedad, procesos de duelo, estrés postraumático, depresión, adicciones (ludopatía, tabaquismo, alcoholismo, cocaína, cannabis…), obsesiones, rupturas sentimentales, creencias negativas sobre uno mismo… son objeto de trabajo psicológico con EMDR.